"CARTA A UN HIJO.
Siempre creí que yo iría a darte vida, pero al tenerte en mis brazos comprendí que vos me diste la vida a mí. Te amé antes de conocerte, te amé en eterno y en infinito.
Tantas veces creí que mis fuerzas terminaban, que ya no podría seguir adelante... pero entonces me daba cuenta que mi fuerza siempre se recobraba al ver que mi caída podría dañarte.
Quizá no siempre tuve la for...taleza suficiente, ni la seguridad, pero saber que me necesitabas hacía que nunca dejase de luchar por tu felicidad.
Pasé años y años estudiando y aprendiendo pero la primera vez que te tuve en mis brazos entendí todo lo que no me enseñaron en la universidad... y todo lo que no podrá enseñarme ningún maestro; entendí el significado de la vida, ese maravilloso acto tan simple de vivir, que no puede explicarse en ningún libro.
Con vos aprendí que el dolor que más duele no es el que está en mi cuerpo, sino en el tuyo... y que tu sufrimiento provoca más lágrimas y pena que todas mis tristezas juntas. Aprendí a pluralizar el pensamiento y desde ahí no estuve nunca más sola. Ya no pienso en uno... ahora siempre somos dos. Ahora tengo un corazón también fuera de mi cuerpo.
Conocí el amor al infinito... el verdadero amar a alguien más que a uno mismo... la verdadera incondicionalidad, y la paz en una mirada.
Te veo, hijito, y es tan familarmente raro. La rareza de ver mis rasgos en otro rostro que no soy yo. Ajeno, algo mío, de quienes amo y tuyo a la vez.
¿Qué acción más divina y llena de milagros puede haber que supere a la de dar a luz? ¿Quién puede decir "esto es fruto de mis actos" y excluir a Dios en la ecuación de crear una nueva personita?
La eternidad ¿dónde se halla la eternidad si no es al abrazarte por primera vez?
Tenerte es lo más extraño del mundo... significa traer a la vida a alguien. A alguien que saldrá de mí, a alguien que no me pertenecerá, pero a quién yo le perteneceré para siempre..."
Daiana Odaia Slipak
Siempre creí que yo iría a darte vida, pero al tenerte en mis brazos comprendí que vos me diste la vida a mí. Te amé antes de conocerte, te amé en eterno y en infinito.
Tantas veces creí que mis fuerzas terminaban, que ya no podría seguir adelante... pero entonces me daba cuenta que mi fuerza siempre se recobraba al ver que mi caída podría dañarte.
Quizá no siempre tuve la for...taleza suficiente, ni la seguridad, pero saber que me necesitabas hacía que nunca dejase de luchar por tu felicidad.
Pasé años y años estudiando y aprendiendo pero la primera vez que te tuve en mis brazos entendí todo lo que no me enseñaron en la universidad... y todo lo que no podrá enseñarme ningún maestro; entendí el significado de la vida, ese maravilloso acto tan simple de vivir, que no puede explicarse en ningún libro.
Con vos aprendí que el dolor que más duele no es el que está en mi cuerpo, sino en el tuyo... y que tu sufrimiento provoca más lágrimas y pena que todas mis tristezas juntas. Aprendí a pluralizar el pensamiento y desde ahí no estuve nunca más sola. Ya no pienso en uno... ahora siempre somos dos. Ahora tengo un corazón también fuera de mi cuerpo.
Conocí el amor al infinito... el verdadero amar a alguien más que a uno mismo... la verdadera incondicionalidad, y la paz en una mirada.
Te veo, hijito, y es tan familarmente raro. La rareza de ver mis rasgos en otro rostro que no soy yo. Ajeno, algo mío, de quienes amo y tuyo a la vez.
¿Qué acción más divina y llena de milagros puede haber que supere a la de dar a luz? ¿Quién puede decir "esto es fruto de mis actos" y excluir a Dios en la ecuación de crear una nueva personita?
La eternidad ¿dónde se halla la eternidad si no es al abrazarte por primera vez?
Tenerte es lo más extraño del mundo... significa traer a la vida a alguien. A alguien que saldrá de mí, a alguien que no me pertenecerá, pero a quién yo le perteneceré para siempre..."
Daiana Odaia Slipak
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