martes, 7 de febrero de 2017

Sí, duele...

"Sí, duele.
A veces, como niños, hacemos cosas que pueden perjudicarnos. Queremos meter dedos en los enchufes, llevarnos cosas a la boca, cruzar la calle sin mirar... No entendemos. Papá y mamá nos retan. Se enojan con nosotros. Lloramos. Y nos duele. No entendemos el daño que podemos ocasionar, no entendemos la infinita bondad de nuestros padres, quienes con un pequeño sufrimiento evitan uno muc
...ho mayor. Quizás, al crecer, podemos mirar para atrás y darles las gracias.
Cuando el dolor es incomprensible, tendemos a verlo con los ojos de ese niño al que le sacaron el dulce que quería comer sin saber que podría dañar su pancita. A veces, la única forma de calmar el sufrimiento es aceptando que tiene un propósito, aceptando que hay cosas que escapan de nuestra perspectiva, y confiando en alguien más allá de uno. Confiando que hay un Padre, que con su misericordia infinita, está cuidando de nosotros y dándonos lo mejor que tiene para que seamos felices.
En medio de las lágrimas, quizá el dolor siga estando. No se alivia con la comprensión de todo esto. Pero podemos pedirle, como hacíamos con papá y mamá, que se acerque y nos cubra con sus brazos... que nos consuele y nos de la fuerza para seguir adelante... que esté con nosotros mientras nos permitimos llorar y atravesar el sufrimiento.
Hay cosas que nunca vamos a poder entender... están más allá de nuestro alcance. Pero podemos sentir la esperanza del alivio. El alivio de saber que pese a todo Él está al lado nuestro, guiando cada uno de nuestros pasos, hacia un lugar mejor..."
Daiana Odaia Slipak



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