miércoles, 20 de agosto de 2014

Enojo

“Siento mucho odio dentro mío, dijo una mujer. 
Estás enojada, dijo Menjak... Y todo enojo proviene de un deseo insatisfecho... 
Nos enfadamos al sentir que la otra persona debería darnos algo y no lo está haciendo. En definitiva, el enojo es la distancia entre aquello que tenemos y aquello que deseamos. 
Siempre podemos encarar la vida de formas muy distintas. Deberías saber que, si hay enojo, está mediando el ego. En cambio, si hay perdón, y comprensión, está mediando la humildad.
La próxima vez que sientas enojo, ira, o frustración, debes tomarte unos segundos para responder la siguiente pregunta; ¿por qué debería aquella persona satisfacerme?, ¿qué obligación tiene de hacerlo?
No existen motivos para enojarnos...
Si alguien marca nuestros defectos; nos brinda una oportunidad para corregirnos.
Si alguien se enfurece injustamente; nos da la posibilidad de ayudarlo.
Si te enojas porque alguien no ha reconocido tu ayuda, o tu esfuerzo; es ego disfrazado y debes aprender a hacer las cosas sin esperar que te reconozcan a cambio.
Incluso cuando no comprendemos por qué las cosas se nos dan tan mal... debemos tener en cuenta que Dios utiliza seres humanos como mensajeros, o enviados, y ellos vienen a cumplir con su voluntad. En la mayoría de estos casos, las acciones responden a decretos divinos. Traen dolores que no logramos entender. Traen penas que cuestan procesar. Traen desdichas que nos obligan a salir de la comodidad. Y, una vez superada la bronca inicial, nos ayudan a realizar aquella misión para la cual ha venido nuestra alma a la tierra”. Daiana Slipak.

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