El secreto es simple, dijo Menjak. El secreto está en poder elegir los "alimentos" correctos que nutran a nuestra alma.
Vamos a tomar un ejemplo; cualquier persona sabe que un bebé no puede comer los mismos alimentos que un adulto. Podemos justificar esto en el hecho de que él no tiene dientes, y su aparato digestivo aún no está desarrollado como para poder procesarlos. El bebé es inmaduro física y psicológicamente a la hora de alimentarse. Él no sabe qué le hace bien, y qué le hace mal.
Lo mismo ocurre en el plano espiritual. Muchas veces no sabemos qué cosas podemos tomar, y qué cosas nos harán daño. Esto se debe a inmadurez, a que nunca hemos mirado dentro nuestro para ver cómo funciona el ser humano… No conocemos las leyes espirituales que rigen en nuestro Universo interior. O, conociéndolas, por pensar en gratificaciones inmediatas, nos olvidamos que nuestro estómago pagará las consecuencias de haber ingerido algo que no debía…
Es fácil poder cambiar… solo necesitamos, como el pequeño bebé, madurar e ir tomando consciencia para, de ese modo, poder discernir… discernir el alimento bueno y el alimento malo. Discernir que cosas nos nutren, y qué cosas nos lastiman… Discernir entre aquello que nos provee Dios, y aquello que no viene de su mano…" Daiana Slipak
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