martes, 9 de septiembre de 2014

Dependencia

“Él me hace sufrir pero yo sé que no es un mal hombre, le dijo una mujer. 
Y Menjak que le contestó: 
Cuando uno ama mucho a alguien, pierde objetividad para analizar una situación correctamente. Del mismo modo, sucede que si uno aproxima mucho un objeto a los ojos, y lo mira de muy cerca, la visión se distorsiona. 
En el amor también es así. Cuando se desea mucho a una persona, y se tiene cierto grado de dependencia, no se puede ver con claridad ni tomar decisiones objetivamente.
Viéndolo desde un aspecto positivo, esto puede sonar hermoso; uno da desinteresadamente para que a su amado no le falte nada, le perdona todo, lo acompaña, y está enamorado...
El problema se da cuando esta visión distorsionada empieza a hacernos mal. Casos más concretos; sostenemos relaciones en las que nos lastiman, nos golpean, abusan psicológica o físicamente de nosotros, o nos desvalorizan permanentemente.
Afortunadamente, el dolor siempre ayuda a detectar nuestros puntos ciegos. Cuando el sufrimiento aparece, es bueno plantearnos la pregunta de dónde están nuestros límites. El dolor es una buena alerta para que revisemos los anteojos con los que miramos el mundo y podamos decidir si estamos viendo correctamente” Daiana Slipak

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